sábado, 5 de enero de 2008

La demora en las contestaciones


No escribo aquí desde hace semanas. Y es que de vez en cuando hay que demostrarle a la bestia quién es el que manda. La bestia es Internet, los correos electrónicos, los sms y la madre que los parió (porque la paternidad, y la de la defensa del medio ambiente, se la atribuye Gore).

La inmediatez con la que ahora uno comunica con los otros a través de los nuevos medios tiene un aspecto bueno y evidente, pero también otro malo: la inmediatez que se exige en la respuesta. Hace unos años te mandaban una carta un día y te llegaba cuatro días después. Mientras la abrías y la leías se había ido el fin de semana. Entonces, con suerte, respondías. Y el otro ―o la otra― recibía la contestación casi a las dos semanas de escribir la primera misiva. Y no pasaba nada. Nadie te acusaba de malqueda ni de descuidado.

Con el teléfono ocurría lo mismo: primero te tenían que localizar, después tenías que ponerte. A veces la respuesta era inmediata pero no era tampoco extraño que entre una cosa y otra pasaran horas o, a veces, días. Tu respuesta se demoraba el mismo tiempo, de tal forma que el bucle de la comunicación se cerraba bastante después de haberse iniciado. Ahora te llaman la atención si no contestas en horas a un correo electrónico y pasas a ser una mala persona si no devuelves inmediatamente una llamada perdida o un sms.

Por eso no viene mal enfadarse de vez en cuando con Internet, con el correo electrónico o con el blog ―con el teléfono no me atrevo― y demorarse en las contestaciones.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Precisamente hoy me he levantado con el sonsonete de una canción no sé si pegamoide a la que le he ido añadiendo variaciones: 'Me paso el día mailando / y no lo puedo evitar', etcétera. Salud

Anónimo dijo...

¡Felíz Año 2008, José María!

josemarialama dijo...

Salud, Gonzalo. Feliz año, Eva. Por cierto, tengo en mi vida dos Libertad y dos Eva. Tuve a una Dulce y hace poco he conocido a otra. De Gonzalo no hablo porque es único.

josemarialama

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo José María. Al demorarse uno piensa lo que escribe (y no acaba escribiendo algunas tonterías como las mías, aunque yo, como soy anónima importa menos).
Sólo animarte a que te atrevas con el teléfono (y hasta con el telefonillo). Yo hace un par de años que me atrevo, y al principio cuesta, corres a cogerlo, pero te paras y te dices ¿por qué?. La gente debe entender que puedes estar duchándote, haciendo tranquilamente tus necesidades, conduciendo, durmiendo siesta o practicando sexo a horas para ellos incomprensibles. Me niego ya a dar explicaciones por no coger el teléfono. Sobre todo ahora que tenemos identificación de llamadas en fijos y móviles. Si es urgente que dejen mensaje. Mala educación no es el que no lo coge, sino el que no comprende lo que es la intimidad, la libertad y la desconexión. Eso sí, pasado un tiempo prudencial, llamo yo. Saludos de la anónima.