martes, 30 de diciembre de 2008

El pirata del Mediterráneo soborna a los generales de Franco


Acabo de leer Juan March El hombre más misterioso del mundo, de Pere Ferrer. Quien fue uno de los hombres más ricos del planeta, el mallorquín Juan March Ordinas, edificó su vida sobre el contrabando, el tráfico de armas, la financiación de opciones políticas con métodos espurios, el doble juego con los adversarios bélicos en las dos guerras mundiales, el apoyo a los golpistas en la guerra española, los sobornos y algún cadáver.

Me sorprende el alcance de su influencia. Buena parte de los personajes históricos españoles de la primera mitad del siglo XX en España no fueron más que marionetas en manos de este hombre. Colaboradores directos suyos fueron Alejandro Lerroux, José María Gil Robles, Santiago Alba. Y hasta algún periodista o literato, como Azorín, cedió su pluma a los intereses del oligarca. Los datos que aparecen en este libro sorprenden aún más si uno repasa la historiografía sobre la época y advierte las escasas menciones a este hombre. Si acaso se le recuerda por la financiación del Dragon Rapide o por la rocambolesca huída de la cárcel de Alcalá de Henares. Pero eso son anécdotas frente a su continuo manejo de la vida política durante la monarquía alfonsina, la república del Bienio Negro y el franquismo.

De todo lo que relata Ferrer en esta obra hay algo que me ha interesado vivamente: el soborno de una veintena de generales por parte del primer ministro inglés, Churchill, para evitar que el gobierno de Franco entrara en guerra contra los aliados. March, al mismo tiempo que ayudaba a los nazis con su flota de barcos, trabajaba de intermediario de los ingleses en esta operación, pagando a los militares incentivos hasta varios cientos de millones de pesetas de la época desde una cuenta de Nueva York. Ferrer sugiere que los beneficiarios de esos sobornos fueron, entre otros, los generales Aranda, Orgaz, Kindelán, Varela, Solchaga, Saliquet, Monasterio, Ponte, Tella y Espinosa de los Monteros. De esta forma, los generales aliadófilos (la mayoría de ellos también monárquicos y partidarios de Juan de Borbón) fundaban en razones crematísticas su pacifismo.

Al hilo del libro de Ferrer los medios de comunicación han recogido masivamente la información, pero no es la primera vez que sale a la luz. Creo que la primera noticia la publicó Denis Smyth en un artículo de 1991 con el título “Les Chevaliers de Saint George: la Grande-Bretagne et la corruption des généraux espagnols”. Después, en 1997, el historiador inglés David Stafford escribió Churchill and Secret Service. Haciéndose eco de este libro, el diario El Mundo divulgó en España la información en el verano de ese mismo año con una crónica titulada “Churchill sobornó a la cúpula de Franco para que España no entrara en la guerra”. Enrique Moradiellos, experto en las relaciones entre Inglaterra y España durante la guerra civil y la guerra mundial, recogió también los hechos en su Franco frente a Churchill, publicado en 2005, pero pasó un poco de puntillas sobre el asunto y la prensa no lo reflejó.

Aunque no sea ninguna novedad, aunque hayan transcurrido al menos diecisiete años desde la primera revelación académica y once desde la aparición en la prensa, es ahora cuando el soborno a los generales de Franco ha saltado a la opinión pública. De nada vale lamentarse de la afición de la prensa española a vender como nuevas cosas sabidas. El libro de Pere Ferrer ha tenido como principal virtud volver a fijar la atención en unos hechos muy importantes.

Pero terminaré con una “senabrina”, con perdón. Con un asunto “bombón” como el de Juan March no es normal que haya momentos en que el libro se caiga de las manos. Y es que el autor no ha sido capaz de evitar que se cuele en la obra parte de su tesis doctoral sobre el mismo tema. Ha cometido el error de no utilizar las notas a pie de página (en este caso a final de libro, siguiendo la nefasta costumbre de algunas editoriales) para descargar el texto principal de incisos y digresiones que acaban lastrando determinados pasajes. Ese descuido, llamémosle literario, es una vez más el error de un libro de historia, por otro lado estimable, como éste.

sábado, 27 de diciembre de 2008

El látigo y la pluma


Conozco al periodista Fernando Olmeda desde mediados de los años ochenta. Yo vivía en la calle del Príncipe, en Madrid, en el mismo bloque de apartamentos que la también periodista Tachi Castañón, su novia. Cuando Tachi murió en un desgraciado accidente mis encuentros con Fernando se espaciaron, aunque siempre supe de él por amigos comunes como Paco Utrero y Manolo Barrena. A principios de siglo empezó a presentar la edición dominical del fin de semana de Informativos Telecinco y escribió un libro sobre los homosexuales y el franquismo al que siguió una biografía: Gerda Taro, fotógrafa de guerra, sobre la compañera de Robert Capa. Ahora espera la publicación de un nuevo libro, cuya temática no ha concretado, y mantiene su blog, que visito con frecuencia.


Hace tres días me regalaron su libro El látigo y la pluma. Homosexuales en la España de Franco (Oberon, Madrid, 2004). Me lo envió con un propio Benito Morales, dueño —junto a su marido, Rudy Koster— de uno de los mejores restaurantes de Extremadura, La Rebotica, en Zafra. Y —ventajas de convaleciente— ya me lo he leído.


Es una historia de historias, de breves relatos acerca de las vivencias de homosexuales enlazados entre sí sobre el escenario de los últimos setenta años. El libro tiene más de testimonio, de reivindicación y compromiso que de ensayo sesudo. Es una propuesta de divulgación firmada por un periodista que escribe con fluidez y que logra un texto solvente, una crónica de homosexuales y homófobos, de libertad sexual y represión, de identidades y embozos. Aunque las historias se ordenan con un cierto criterio cronológico —desde 1939 hasta comienzos del siglo XXI—, la obra no tiene en principio intenciones sistemáticas. Pero como la mayoría de sus protagonistas son —salvo alguna celebridad como Miguel de Molina— personas anónimas que esconden, incluso, sus apellidos tras apodos o nombres supuestos, la despersonalización acaba elevando cada caso al rango de categoría. El libro, así, se yergue por encima de las anécdotas y se convierte en un completo estudio sobre la lucha de los homosexuales por su identidad. Y es que, como reza la cita de Josep Carner con que se abre el texto, “la verdad puede estar rota en mil pedazos, pero es una”.

jueves, 25 de diciembre de 2008

¿Plagio o lipograma?

Nach me ha defraudado. Supe de él hace algunos meses gracias a mi hijo Juan. Me interesó mucho su canción Efectos vocales, un buen ejemplo del valor literario de algunas de las piezas del hip-hop. Pero el que es ya uno de los primeros raperos de España da la impresión que no ha sabido resistirse a la tentación de aupar su carrera con una polémica: ha denunciado públicamente las que considera excesivas similitudes entre la campaña del Ministerio de Sanidad Yo pongo condón y su tema estrella de Efectos Vocales.

Creo que la acusación es desmedida. No tengo porqué defender aquí ni al Ministerio ni a la agencia BAP & Conde, que le ha diseñado la campaña, pero creo que la única similitud entre ambas coplas (además de su adscripción al estilo hip-hop) es el uso de un recurso literario cuya autoría no puede atribuirse Nach: el lipograma.

Según el diccionario de la RAE, el lipograma es un texto en el que se omiten deliberadamente todas las voces que contienen determinada letra o grupo de letras. Este recurso tiene su origen en la poesía griega, y la literatura castellana nos ofrece numerosos ejemplos, desde el romance final (sin o) del relato anónimo Vida i hechos de Estevanillo González, del siglo XVII, hasta los cinco textos lipogramáticos —suprimiendo en cada uno una vocal—que Jardiel Poncela publicó a finales de la década de los veinte del siglo pasado.

Pero los de Nach y el Ministerio son ejemplos extremos de lipogramas porque suprimen todas las letras menos una. Los entendidos los llaman “lipogramas de presencia” o textos "monovocálicos". Como el cuento corto de Rubén Darío

“Amar hasta fracasar”, cuya única vocal es la a. De esta modalidad lipogramática –que tuvo en el francés Georges Perec al principal autor—hay también muchos ejemplos en la música. Les Luthiers la practicó en alguna de sus piezas (Papá Garland) y el otro día —al hilo de esta polémica— alguien recordaba a Mamá Ladilla y el tema En el vergel del edén.

En fin, Nach no puede atribuirse la propiedad intelectual de un recurso literario. Colofón: condón no robó “o”, ¡no, loco, no!, sólo sonó homólogo como trovo no mozo. ¡Ojo, roñoso, los tropos somos todos¡

lunes, 22 de diciembre de 2008


Hace tres días, el 19 de diciembre, me operaron en el Hospital de Llerena. Fue el día de mi cumpleaños. Antes muerta que sencilla.


Dicen que hoy es el Día de la Salud porque, como a casi nadie nos tocará la lotería, nos tendremos que conformar con lo que tenemos. Quien la tenga. Lo mismo me toca algo.


Vuelvo a casa. Aunque el hijodeputa de 2008 sigue por aquí.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Bisiesto


Me había prometido no volver a escribir en el blog durante este año. Intentaba que fuera una especie de castigo contra los años bisiestos. Mi padre abominaba de los años de este tipo. Era una vieja obsesión que justificaba aludiendo al 36 —el año de la guerra—, al 40 —el del hambre—, al 52 —cuando nació un hijo que acabaría perdiendo… Mi padre murió en 1992, año bisiesto.

Este 2008, también con 366 días, está siendo insoportable. Aunque ya le he dicho a Luciano Feria que nosotros los marxistas no debemos creer en estas cosas, hay que reconocer que el añito tiene miga. Además de miles de desconocidos, se me han muerto cinco amigos: Manolo Peláez, Luis Santos, Carmina Unamuno, Justo Calderón y Ángel Campos. Y cuando uno tiene un blog modesto, de pocos artículos, tantas muertes pueden convertirlo en una continua necrológica. Cuando murieron decidí no escribir nada sobre la vida de Justo ni sobre la de Ángel. A ambos me unió un afecto extremo, pero estaba asqueado de tanta muerte. Acompañé al primero en los últimos años de su vida alrededor de la memoria histórica y la reivindicación de las víctimas de la guerra civil. El segundo me acompañó casi en los primeros de la mía adolescente con ese otro afán de la poesía. Con estas dos pérdidas queda claro que ni la bondad —compartida por ambos—, ni el humor —propio de Justo—, ni la palabra —que Ángel dominaba— eximen de la muerte.

Había decidido no hablar más mientras este pendenciero 2008 estuviera presente, pero hasta el silencio acaba por volverse contra uno frente a tipos como éste. Y es que resulta que el año 2008 —ahora que se iba de una puñetera vez— se ha quedado con mi cara y me está mirando, desafiante, a los ojos. Y eso sí que no.

Aire y agua de Escher

miércoles, 5 de noviembre de 2008

El sueño de Obama


Tengo sueño. Estoy en Barcelona, en la habitación de un hotel y no me he resistido a seguir durante buena parte de la noche el escrutinio de las elecciones norteamericanas. Tenía ganas de saber de primera mano si los electores mandaban a la mierda con mayor o menor fuerza a Bush y se atrevían a apostar mayoritariamente por Obama. Así ha sido: alta participación y rotunda victoria.

Hay quienes pontifican sobre la irrelevancia de estas decisiones populares. Creo que la cuestión no es si el nuevo presidente va a encabezar una revolución -es evidente que no- o va a evitarnos todos los disgustos que suelen dar al mundo los inquilinos de la Casa Blanca. Alguna liará, pero tengo para mí que buena parte de la gente común de los Estados Unidos de América no se equivoca: es muy importante que un afroamericano con ideas de cambio encabece el gobierno de ese país.

En fin, el sueño de Obama y de josemarialama.

La imagen es de un enorme retrato de Obama ("Expectation") realizado en la playa de Barcelona por el artista cubano Jorge Rodríguez Gerada. Hoy he visitado su taller vacío en Hangar, el centro de producción de arte audiovisual de la ciudad.

sábado, 1 de noviembre de 2008

El laconismo de El Roto frente a la locuacidad de la reina

Problemas en el Departamento de Historia de la Universidad de Extremadura



Recibo un comunicado suscrito por la mayoría de los profesores del Departamento de Historia de la Universidad de Extremadura. En él se informa de los problemas que han surgido entre el departamento y la Junta de Facultad a cuenta de la aprobación del Plan de Estudios del Grado de Historia, que en dos ocasiones ha sido rechazado por ese órgano:

La situación creada es grave. Está en juego la continuidad de los estudios históricos en Extremadura a partir del año 2010. Está en juego el porvenir de una titulación que ha venido proporcionando numerosos alumnos a la Facultad de Filosofía y Letras, un centro nada sobrado de demandantes. Está en juego el honor de un plantel de profesionales que se consideran merecedores de un mejor y más decente trato por parte de otros colegas de disciplinas humanísticas con los que comparten no pocas inquietudes culturales, amén de espacios físicos y universos mentales. [
Leer el texto completo]

Este tipo de comunicado a la opinión pública sobre asuntos polémicos suelen ser, inevitablemente, de parte, por lo que supongo que no están en él todas las claves. Además, se advierte que en el asunto están implicados otros profesores de distintos departamentos de la Facultad. Sé que la elaboración de los planes de estudios y su necesario ajuste a las nuevas directrices europeas está generando no pocas tensiones en la Universdad. No obstante, en este caso parece que intervienen otros factores. La preocupación expresada por los profesores de Historia es relevante y convendría que se aclararan cuáles son las razones de fondo de la disputa.
(Relatividad de M. C. Escher)

lunes, 27 de octubre de 2008

Los girasoles ciegos, de Cuerda


Creo que Los girasoles ciegos de José Luis Cuerda gustará más a quienes no conozcan Los girasoles ciegos de Alberto Méndez. Y no porque la película sea mala, pero su fuerza dramática se amortigua con la lectura previa del texto. Suele ocurrir en las adaptaciones cinematográficas. Más aún si las precede un libro soberbio, como es el caso.

Basado en la obra homónima de Méndez, en concreto en el segundo y en el cuarto de sus relatos, la película narra el acoso de un diácono a una mujer que, en el Orense de 1940, protege en casa a su marido, perseguido por sus ideas republicanas. Si la historia estaba muy bien contada por Méndez, sigue estándolo por ese magnífico tándem, ya desgraciadamente irrepetible, de José Luis Cuerda y Rafael Azcona.

Aunque un poco lenta, está bien ambientada y bien interpretada (Maribel Verdú borda su papel), y —a mi modo de ver— su única tacha es haber utilizado también parte del segundo relato original (un poeta que huye con su mujer y acaba muriendo en el monte gallego con su hijo recién nacido en brazos). La introducción de esta otra historia, contada de manera subalterna y sin la fuerza del argumento principal, aporta poco a la película, que en cualquier caso es un buen trabajo del autor de Amanece que no es poco o El bosque animado.

sábado, 25 de octubre de 2008

Éxtasis o ciencia


Quien escribe dispone de varias vías para comunicar lo que conoce pero habitualmente sólo de dos para conocer lo que ignora. Quien escribe sabe que la realidad sólo le es dada, como decían los antiguos, mediante el éxtasis o mediante la ciencia, a través de la imaginación o gracias a la inteligencia.

El dilema es falso, como todo lo simple, pero ayuda a explicar lo que pretendo: un escritor, una escritora, accede a lo que persigue, a lo que busca encerrar en el texto, bien con el vuelo sublime de la fantasía o bien con el bisturí de la razón. Ambos utensilios siempre están cerca, sobre la mesa; de ambos hará uso el escritor, pero dispondrá de uno más que de otro según su carácter. El novelista y el historiador —pongamos por ejemplo, porque el poeta es cosa aparte y lo suyo es síntesis pura, ciencia en éxtasis—, la novelista y la historiadora, decía, descubren lo que ignoran yendo de la invención a la conjetura. Se dividen el terreno de la realidad sin que descarten armonizar sus instrumentos, pero cuidadosos de no acabar haciendo un uso exagerado del ajeno. Suele ser difícil que el historiador fabule sin que le motejen de poco riguroso y no es habitual que un novelista alcance los laureles sin alejarse un tanto de la realidad que relata. Son normas ya acordadas del oficio.

El error consiste en convertir estas opciones del escritor para acceder a la realidad en sendas de tránsito obligado para volver de ella. De ahí los géneros. Según ellos, el historiador estaría obligado a utilizar, en el discurso para exponer lo indagado, la misma frialdad metodológica que usó para la indagación. Y el novelista no podría decirnos lo que le deparó la fantasía y la emoción con más expresión que la emocionada y fantasiosa. Para el primero la imaginación estaría vedada y para el segundo sería obligatoria; la verdad sería la virtud del historiador y el vicio del novelista (…)


(No sé por qué se me ha venido hoy a la cabeza este texto,
que abre la presentación que hice de la novela
La voz dormida de Dulce Chacón, el 20 de septiembre de 2002 en Zafra)

martes, 21 de octubre de 2008

Tenis


Yo nací –perdonadme-
en la edad de la pérgola y el tenis.
Jaime Gil de Biedma.

Desde hace algunos fines de semana juego al tenis con mi hijo Juan o con mi amigo Manolo Belmonte. La práctica ya me ha causado algunos percances: dolor en el hombro, pies cargados, sudoración excesiva... Ahora que los cuerpos se debilitan hay que mortificarlos con estos ejercicios que sólo conducen al agotamiento final. Dice, sarcástico, mi aristocrático amigo Miguel Salazar que el deporte y el esfuerzo son “vicios de pobre”. Pero en el tenis la estampa previa —pantaloncito corto y raqueta empuñada— no puede ser más fina.

Esta reciente y atlética costumbre me ha traído a la memoria dos imágenes. Una, de la que no conservo evidencia, es la de los partidos en una de las pocas pistas de arena —camino de La Puebla— que había en Zafra allá por 1977 o 1978. Le pedíamos la llave a un compañero de trabajo de mi padre y pasábamos las tardes dándole a aquellas antiguas raquetas de madera.

Del segundo recuerdo sí tengo fotografía. Eran las vacaciones de verano de 1981. Mariano Luque, Manolo Belmonte y yo viajamos a Pedralba, en Valencia, invitados por Anabel Golfe. Algunas mañanas íbamos a jugar al tenis a unas pistas en las afueras del pueblo. Teníamos menos años y menos kilos. El otro día, mientras jugaba con Manolo, me vino a la cabeza la historia de nuestra aficion y la insolencia de nuestros cuerpos de antaño.

domingo, 19 de octubre de 2008

COMUNICADO DE LAS ASOCIACIONES DE VÍCTIMAS DEL FRANQUISMO


Las 14 Asociaciones abajo firmantes, constitutivas de la PLATAFORMA DE ASOCIACIONES DE VICTIMAS DE DESAPARICIONES FORZADAS POR EL FRANQUISMO, habiendo tenido conocimiento del Auto del 16 de octubre pasado por virtud del cual el Magistrado-Juez del Juzgado Central de Instrucción nº 5 de la Audiencia Nacional decidió, entre otros extremos y en lo que concierne a las DILIGENCIAS PREVIAS POR EL PROCEDIMIENTO ABREVIADO 399/2006 V, proclamar su “competencia para la tramitación de la presente causa, que se llevará por los trámites de las Diligencias Previas, por los presuntos delitos permanentes de detención ilegal, sin dar razón del paradero, en el contexto de crímenes contra la Humanidad”, desean hacer público el siguiente

COMUNICADO DE PRENSA, al objeto de manifestar lo siguiente:

Primero. Que nos felicitamos del Auto anteriormente mencionado por cuanto tiene indudable carácter histórico ya que es la primera vez que un órgano judicial español proclama su competencia para investigar gravísimas violaciones de los derechos humanos perpetradas de forma sistemática y generalizada en todo el territorio español, constitutivas de detenciones ilegales cometidas en el contexto de crímenes de lesa humanidad, imprescriptibles, no susceptibles de amnistía y que hasta ahora no han sido investigados.

Segundo. Que hacemos un llamamiento a todas las Instituciones y poderes públicos, en particular a la Fiscalía General del Estado, para que consideren detenidamente la extrema seriedad y gravedad de las violaciones y crímenes contra la humanidad cometidos en el trágico pasado histórico de nuestro país y para que asimismo muestren la debida sensibilidad democrática ante el dolor, sufrimiento y olvido infligidos a los familiares y sus legítimas demandas para obtener verdad, justicia y reparación por tales crímenes. En consecuencia, las Asociaciones que suscriben este comunicado de prensa ruegan a la Fiscalía General del Estado que se abstenga de formular recurso contra ese histórico Auto del Juzgado de Instrucción nº 5 de la Audiencia Nacional española.

Tercero. Que, en cualquier caso, expresamos nuestra inquebrantable voluntad de unidad para continuar trabajando por la recuperación y preservación de la Memoria histórica de nuestro país en todos los ámbitos posibles a nivel nacional (judicial, político, legislativo, social, educativo y cultural), así como ante las instancias internacionales competentes.

FINALMENTE, damos todo nuestro apoyo y expresamos nuestro reconocimiento y gratitud al Magistrado-Juez señor Baltasar Garzón por atender nuestras peticiones y dar una respuesta a todas las familias a las que después de tantos años (más de 70) de silencio y olvido, por fin se les ofrece una esperanza en sus legítimas demandas de saber y conocer el destino final de sus familiares.

Los nombres propuestos y aprobados por la Plataforma para formar el COMITÉ DE EXPERTOS.
- Francisco Echevarria Gabilondo (antropólogo forense)
- Francisco Espinosa Maestre (historiador)
- Hernando Valencia (Jurista, miembro AEDIDH)
- Manuel Escarda (médico especializado en exhumaciones)
- Manuel Perona (portavoz de la plataforma)

Firmantes: Asociaciones de Mallorca, Cataluña, Bierzo y León, Andalucía, Ponteareas, Toledo y S. Gredos, Aragón, Valladolid, Málaga, Soria, Aguilar de la Frontera (Córdoba), F. M. Valencia, Arucas (Canarias) y el sindicato CGT.


La ilustración es la primera página de una lista de asesinados por el franquismo en Zafra elaborada por el vecino Antonio Durán Pavón, uno de mis principales informantes, ya fallecido. La relación completa tiene 122 nombres -los que recordaba- de los más de 180 asesinados en Zafra por los sublevados. Un ejemplo de memoria popular al servicio de la dignidad de un pueblo.

sábado, 18 de octubre de 2008

Un hueco a la izquierda en el frente anti Garzón


Este pasquín de 1936 editado en Zafra ilustra el protagonismo de los falangistas en las tareas represivas de los sublevados, y cuestiona la inocencia que esgrimen ante Baltasar Garzón. El auto sobre la memoria histórica del juez ha definido aún más el frente anti Garzón formado por gran parte de la clase política española desde sus actuaciones frente a los GAL y a Pinochet.

En ese frente, ahora los falangistas ocupan el ala de la extrema derecha, junto a neoliberales y revisionistas. Además —y ya en la derecha oficial— lo integra la mayoría del Partido Popular, con Fraga y Esperanza Aguirre a la cabeza. Ésta se agarra —como El Mundo— a la que llaman “esperpéntica” reclamación de los certificados de defunción de Franco y otros generales. Más al centro, supuestamente, están los que hurgan en las entrañas legales del texto para impugnarlo. Que si la ley de amnistía de Franco, que si la de 1977, que si la incompetencia de la Audiencia Nacional para juzgar estos delitos, que si han prescito... Después están los garantes de la transición política, los familiares de Lorca y, finalmente, los críticos del ego mediático del juez Garzón.

A la izquierda de ese frente hay un hueco libre para aquellos a quienes les pierde la cautela. Lo ocuparía Rodríguez Zapatero, a pesar de su abuelo asesinado, si su gobierno sigue amparando por omisión los recursos del fiscal contra el auto del juez.

En fin, ni que decir tiene que yo estoy completamente a favor del auto. Ya era hora.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Socializar las pérdidas


Lula, presidente de Brasil, sonríe socarrón en el telediario por la supuesta reconversión ideológica de los mandamases mundiales. Pero el meollo del asunto no es la intervención del estado en los grandes bancos. Lo importante es para qué se hace. Y ahí no hay incoherencia ni de Bush ni de quienes, postulándose de neoliberales, ahora dicen verse forzados a inmiscuirse en el mercado. Ninguno se ha vuelto estatalista. No están interviniendo empresas o bancos boyantes. Siguen al pie de la letra la cartilla del capital de todos los tiempos: capitalizar sólo los beneficios y socializar las pérdidas.

sábado, 11 de octubre de 2008

Encuentre las diferencias



















"Se prohíbe la utilización de personas como soporte publicitario" dice la ordenanza del Ayuntamiento de Madrid que Alberto Ruíz Gallardón y Ana Botella han presentado hace unos días. Hablan de vejación y de falta de estética. Digo yo que será según cuánto cobren y quiénes sean los hombres anuncios.

martes, 7 de octubre de 2008

Se nota la crisis


En la Feria de Zafra la gente comenta con sorna que se nota la crisis. Miles de personas bullen de un lado para otro, atestan las casetas, o se protegen —bajo disputadísimos parasoles— del calor oblicuo del otoño. Rebujito va y rebujito viene mientras uno te ofrece un poco de queso, otro hace de un plato de jamón un motivo de tertulia y aquel te invita a que te pringues las manos con guarrito frito. Los hay que sólo saludas en la feria y con un vaso en la mano o dándole a los mofletes.

Se nota la crisis, je. No sé si es el ánimo siempre festivo de los meridionales o que la gente es aún escéptica ante esta crisis televisada. Pero aquí nadie deja de trasegar, de dar gusto a la panza, de gastarse las perras… y de hablar de la crisis.

La economía global y virtual tiene estas cosas. Las crisis son tan globales y tan virtuales que se viven de otra forma. Además, para mí que ésta tiene algo de oxigenación del sistema. Me gustaría saber cuánto hay de crisis real y cuánto de provocada por su propia noticia. No me extraña el acojono de los brokers, permítanseme ambos términos, con lo que se ve en el telediario. La globalidad tiene estas cosas. Estornuda uno en New York y nos constipamos en la Extremadura Baja. Pero también la virtualidad tiene estas cosas. Esto se hunde, pero no se ve ningún edificio en ruinas. Sólo rebujitos y guarrito frito.

En fin. Quizá sea duro todo de aquí a Navidad o quizá sea la pinta de irrealidad que tiene todo en este mundo virtual que han inventado para nuestro regocijo.


Por aquello de la guasa de la feria y de la guasa de la crisis, ahí va un ejemplo de magnífico humor inglés relacionado: The Last Laugh - George Parr - Subprime - subtitulos. Cargado por erioluk

martes, 30 de septiembre de 2008

Hölderlin y el bueno de Zimmer



Si hay algo que me moleste es el desprecio con que algunos tratan la bondad y a los bondadosos. Entre los cultos está muy extendida la sobrevaloración de la inteligencia, cuando no —en grave prueba de incultura— de la erudición. Escritores, artistas y creadores de variado pelaje sólo estiman la belleza, las excelencias de la mano humana. Y el común se desgañita ante la destreza: correr, saltar o brincar son valores inapelables, como lo es la habilidad con una pelotita.



Inteligencia, erudición, belleza, destreza… pero, ¿y la bondad? Ese único valor que se ejerce con los otros parece marginado ante tanta demostración de excelencia individual. Y no me refiero a la bondad que dice inspirar programas religiosos o políticos, sino a la que es modesta razón de algunos anónimos.



Me viene al caletre esta idea —a la que he aludido aquí otras veces— leyendo la historia de los Zimmer en la novela (Una novela) de Peter Härtling, Hölderlin. El carpintero Ernst Zimmer y su mujer, María Elisabeth, se llevan de la clínica al poeta un día de mayo de 1807 y lo cuidan en la Torre, en Tübingen, junto al Neckar, hasta el 7 de junio de 1843, cuando muere. 36 años dedicados a un hombre enajenado y a veces violento a cambio de nada. No tiene más explicación que la bondad.



Un buen poema de Jesús Munárriz que viene al caso: “Monólogo de Zimmer sobre Hölderlin”

viernes, 19 de septiembre de 2008

Marín en el MEIAC


El anarquista Manuel Pardinas Serrato mató a José Canalejas, presidente del Gobierno, en la Puerta del Sol de Madrid el 12 de noviembre de 1912. Después se pegó un tiro allí mismo. Ese día un joven fotógrafo de 28 años, Luis Ramón Marín (1884-1944), hizo varias fotos del cuerpo del magnicida, erguido para la ocasión sobre una de las paredes del depósito de cadáveres. Posiblemente publicara alguna en la prensa de la época, pero otra -esta que reproduzco aquí- la guardó en su archivo durante años.

Tras la muerte del fotógrafo, su mujer escondió 18.000 negativos de fotografías inéditas como ésta en un hueco de la cocina de su casa. Ya en democracia la hija de ambos entregó el archivo a la Fundación Pablo Iglesias que, en colaboración con Telefónica, organizó a finales del año pasado una exposición de 250 de estas imágenes.

La exposición se exhibe ahora en Extremadura gracias al Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo de Badajoz, en cuyas salas puede visitarse hasta el próximo 9 de noviembre: Marín. Fotografías 1908-1940.

He ido a verla atraido por los comentarios de Antonio Franco, director del centro. No exageraba. Marín fue uno de los primeros reporteros gráficos de España y la muestra recoge una magnífica aunque imposible selección (250 de 18.000) de su trabajo: personajes políticos, acontecimientos de relevancia, pero también imágenes de la vida cotidiana y gente de la calle. Fotografías técnicamente perfectas y que, como ésta del asesino de Canalejas, dejan en quien las observa una impresión de viveza paradójica: la novedad de la fotografia antigua inédita, la novedad en blanco y negro.

Quien no pueda asistir a la exposición puede hacerse del catálogo, que es soberbio. Para los que no lo logren, una bloguera ha editado un video.





Luis Ramón Marin
by Walkiria

sábado, 13 de septiembre de 2008

Francisco Espinosa acusa de manipulación a EL PAÍS

El historiador Francisco Espinosa publicó en El País del 10 de septiembre pasado un artículo titulado "De fosas y desaparecidos". Ayer se publicaba en el mismo diario una "Fé de errores" donde se rectificaba una de las frases del artículo. Espinosa me remite un texto donde explica la urdimbre del asunto y acusa al periódico de manipulación.

Manipulación profesional en el periódico global

La pasada noche del día 8 envié un artículo al diario
El País. Al día siguiente al mediodía se me comunicó –con la firma “Sección de Opinión del diario El País”– que el Comité de Lectura de artículos de opinión había decidido proponer su publicación, lo cual sin previo aviso se llevó a efecto al día siguiente miércoles 10. En un vistazo superficial percibí algunos cambios aparentemente irrelevantes, cosa por cierto prohibida en su Libro de estilo
(p. 38 de la edición de 1990) salvo por motivo de ajuste o errores flagrantes, lo que no era el caso, pero no fue hasta la tarde de ese día que decidí cotejar las dos versiones. Fue entonces cuando me di cuenta de que se había producido un cambio importante en una frase concreta. En el texto que envié se leía:

El objetivo de este llamado movimiento por la memoria no son los responsables de los crímenes cometidos ni montar otra Causa General ahora de signo contrario. En realidad se persiguen tres fines...

La frase aludía a lo escrito por J. Pradera en su columna del domingo anterior día 7, titulada "La guerra que no cesa", donde tras referirse a diversos procesos de transición decía:
La singularidad española es que se continúen buscando en 2008 las responsabilidades individuales de los crímenes cometidos entre 1936 y 1975, a los 33 años de iniciada la transición y 72 años después de comenzada la Guerra Civil. Por mucho que se repita la necedad, la atribución de esa anomalía a un pacto de silencio solapadamente suscrito en 1978 por franquistas cínicos e izquierdistas claudicantes continuará siendo una enorme tontería. Y a continuación seguía una crítica al uso de la palabra desaparecidos en relación con la guerra civil española.

Esto influyó en el título que puse al artículo, en el que, intencionadamente, utilicé la palabra desaparecidos, reivindicando así su aplicación en el caso español y su estrecha relación con el concepto de fosa común. Pero alguien, que probablemente captó la relación con el escrito de Pradera, decidió que la frase anterior no debía salir así sino de esta otra manera:

El objetivo de este llamado movimiento por la memoria no es descubrir ni mucho menos castigar a los responsables de los crímenes cometidos, ni tampoco montar otra Causa General
, ahora de signo contrario. En realidad se persiguen tres fines...

Naturalmente el sentido del texto original fue tergiversado por completo haciendo decir al autor lo que no había dicho y dando a la frase un sentido que no tenía, de forma que lo que era una alusión crítica a quienes, como Pradera entre otros, acusan de espíritu de venganza al movimiento de memoria histórica, se convirtió en una peculiar y extraña opinión del autor sobre lo que no debe ser el objetivo del llamado movimiento por la memoria. La consecuencia del cambio fue inmediata, produciéndose esa misma mañana y a lo largo del día críticas en torno a esa frase y a la siguiente, que por proximidad también había quedado desvirtuada, pues de ser respuesta a la anterior sobre lo que buscan realmente la mayoría de las personas que recurren a la página de
Todos los Nombres –la frase simplemente constataba un hecho– pasó igualmente a representar otra opinión del autor.

El día 11 escribí una carta al director denunciando la manipulación y pidiendo una rectificación pública. Los efectos de la fechoría ya habían llegado al propio periódico, que en la misma edición de ese día publicaba una carta ("Sorprendente", de María M. Lorenzo) en la que se utilizaba la frase falsificada para criticar un supuesto doble rasero del juez Garzón y la actitud de la sociedad española. Supongo que esta circunstancia la tuvo que saber la propia Sección de Opinión que había dado el visto bueno a mi artículo y supo del arreglo pero, según parece, le dio igual.

Por otra parte, como era de esperar, a determinada gente –por no usar otra palabra– les faltó tiempo para esparcir por Internet críticas a mi texto y a mi persona, todas ellas centradas precisamente en el párrafo falsificado. La bola es difícil de parar y, como siempre, las críticas aparecen muchas más veces que el propio artículo. El falsificador contaba ya probablemente que su trabajo sería amplificado de inmediato por ese tipo de individuos que ni siquiera consideran oportuno aguardar un tiempo prudencial para ver cómo se desarrollan los acontecimientos.

Por su parte
El País
, ante mi queja al director, se ha conformado con incluir el viernes 12 en una "Fe de errores" el texto que apareció y el original –antecedido por un "debía haber dicho...". Con ello el periódico ampara y avala no sólo “el error”, que no existió, sino la falsificación y por tanto al individuo que alteró el texto para desvirtuarlo y causar perjuicios al autor.

El manipulador profesional, que introdujo al menos veinte pequeños cambios en el texto publicado con la probable intención de diluir el verdadero cambio, debe estar riéndose allí donde esté. Ha conseguido que el contenido del artículo haya sido relegado a un segundo término y que, dada la extrañeza producida por el hecho de que semejante defensa de la impunidad salga de quien esto escribe –sobre todo después de haber mantenido una y otra vez la necesidad de que la verdad jurídica vaya a la par que la verdad histórica–, la discusión se centre en el párrafo manipulado. Y es que realmente los efectos de la falsificación afectan a todo el artículo –encabezado por la frase manipulada: “El objetivo del movimiento por la memoria no es castigar a los responsables de la represión…”– y, por supuesto, al autor, víctima de un verdadero ejercicio de ese tipo de violencia que no deja huellas visibles.


El error fue creer no ya que El País respetaría la libertad intelectual y el derecho de autor, cosas que ya sabemos que no están entre las prioridades de buena parte del cuarto poder, sino simplemente que no falsificarían un documento de carácter privado enviado a la sección de opinión de un periódico.

Francisco Espinosa Maestre
La ilustración es la original que acompañaba al artículo publicado el 10 de septiembre.
El autor es Enrique Flores, un artista extremeño colaborador habitual de "La cuarta página" de El País.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Soberano bodrio


Hacía tiempo que no iba al cine, pero ayer fui. Más me hubiera valido dejarlo para otro momento: La conjura de El Escorial. Mal guión, mala dirección, mala interpretación de actores, mal doblaje, deficiente ritmo, música gradilocuente… Un intento fallido de recreación histórica de la España de finales del siglo XVI con aires de supreproducción. Una historia larguísima (más de dos horas) y mal contada que roza la ñoñez con episodios románticos que no vienen a cuento, algunas peleas propias de “El bombero torero” y unas escenitas de sadismo y sodomía, protagonizadas por un monje y un efebo, completamente fuera de lugar.



Sólo se salvan los escenarios naturales —El Escorial, Toledo, Jaén, Guadalajara…—, el vestuario y la ambientación de una película con presupuesto sobrado, y el papel de Felipe II que interpreta Juanjo Puigcorbé.



Lo demás, sonrojante.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Una mala noticia


El cese de Álvaro Valverde como director de la Editora Regional de Extremadura es una mala noticia para la cultura en la región. Las responsabilidades públicas no son vitalicias y nadie es imprescindible, pero los proyectos culturales necesitan recorrido y el suyo apenas ha durado tres años, desempeñados con dedicación y pericia.


Ha sido el principal editor de Extremadura tras la labor de dos lustros del fallecido Fernando Pérez. No andamos sobrados de solvencia y prestigio, y Álvaro ha aportado ambos a la política cultural de la región.


Gracias y no te vayas muy lejos, amigo.

sábado, 30 de agosto de 2008

Desde fuera, de Álvaro Valverde

Recupero, sobre la hierba, frente a Los Inválidos de Paris, la lectura del último libro de Álvaro Valverde, Desde fuera. Leía estos poemas el 11 de julio, en el campo, en Burguillos, el último día que compartí con Carmina Unamuno y Luis Santos. Daba vueltas alrededor de la piscina para secarme mientras musitaba con el poemario en las manos y ambos, bajo unas adelfas, me observaban. Varias veces estuve tentado de decirles unos versos. Quizá como desahogo por no haberlo hecho me fui hasta la carretera, donde hay cobertura, y envié un sms a Álvaro: Me tienes conmovido.

Tendemos a evitar aquello que asociamos a una desgracia. Por eso, tras la muerte de Luis y Carmina, no he vuelto al libro —a pesar de su belleza— hasta estos días de agosto en Francia. Y la experiencia ha sido tan placentera como la primera e incompleta lectura. He disfrutado mucho. Pero también me ha estremecido la coincidencia de tanta muerte cercana con estos poemas, que forman muchos de ellos —así los he leído— una reflexión sobre la muerte. Álvaro escribe desde la madurez, cerca de ese otoño inminente de la vida, y eso otorga a la palabra siempre meditativa del placentino una trascendencia sobrecogedora: En realidad, no sé / si vamos al encuentro de la muerte / o si venimos ya de su certeza.

La muerte merodea el libro. De los setenta y cinco poemas, casi en un tercio hay menciones a ella. El viaje, el paseo o el río, metáforas esenciales de la vida, acompañan la meditación: Mi vida es este río que me lleva, / esta apacible huida hacia la muerte. O … desde el nacimiento hasta la muerte / la vida es un paseo de unos metros.

Aunque en ocasiones asoma en el poema la amargura, y el texto se convierte también en grave cartografía de la desolación, el poeta le planta cara a la inevitable fatalidad de la vida (Respeto y humildad para los muertos, / más no, nunca jamás, para la muerte) con la palabra.

Decía José Ángel Valente que la palabra poética no reconoce finalidad ni se sujeta a intención. No comunica propiamente, convoca… Y eso es lo que hace Álvaro en este libro: convocar al lector a su poesía, ofrecerle desde la madurez de un poeta ya mayor (no en edad, sino en obra) un recorrido por su propuesta poética. Esa que, jalonada con las entregas de Territorio (1985), Las aguas detenidas (1989), Una oculta razón (1991), A debida distancia (1993), Ensayando círculos (1995), El reino oscuro (1999) y Mecánica terrestre (2002), constituye hoy una de las más solventes de la poesía española.

Si en una primera lectura puede parecer que el poemario carece de la unidad de otros del autor, pronto se advierte que esto no es así. Aunque dos de las series del libro (“Sur” y “Lugares del otoño”) habían sido publicadas antes y separadamente, y aunque hay poemas tan dispares en apariencia como los de “Imaginario” y “Entonces la muerte”, todos los textos del libro se engarzan en un mecanismo cuya unidad consiste precisamente en la diversidad con que se nos ofrece, que es la de la propia poesía de Álvaro. Él ha logrado su solidez de hoy gracias a una rica y diversa experiencia poética. En sus veintitrés años de poesía publicada ha transitado por la escritura fragmentaria, elegíaca o conversacional, ha ensayado metapoesía, narratividad o intimismo, hasta lograr una voz propia, que reflexiona sin estridencias sobre el tiempo, la memoria, el olvido, la soledad o la muerte, y hasta dominar como un maestro el ritmo interno de los textos, esa respiración inconfundible de sus poemas.

Alguien ha resumido en dos términos la poesía de Álvaro Valverde: "morar" y "mirar". Este libro se ordena en cierto modo a partir de estas claves de morar (el sueño cobijado entre los muros) y mirar (no somos sino aquello que miramos), del territorio y del viaje, de la esencia y de la existencia, de lo que en el texto de la solapas se denominan poemas "de interior” y poemas "de exterior”, o “Desde dentro” y “Desde fuera”, como significativamente se titulan las series que abren y cierran el libro.

Además de una obra con sentido, ésta es también una soberbia colección de poemas, con algunos memorables, como “Tras abandonar la casa”, “El viaje de mi vida”, “El señor de la guerra”; “Postal del sur”, “La ciudad secreta” o “Cáparra”. De todos ellos, elijo el dedicado a Rotterdam, de “Lugares del Otoño”, una joya que resume el magnífico trabajo del poeta, cuya lectura recomiendo vivamente.

MIRAS. En el café, gente distinta
que bebe mientras lee o que conversa
ajena a lo que pasa por la calle.
Afuera, el ventanal muestra fachadas
de casas siempre iguales que entristecen;
una ciudad que vive adormecida
a la luz mortecina del otoño.
Ves bicicletas
alineadas enfrente de la puerta
y su quietud es todo un símbolo
de lo que en realidad ocurre:
poco, o muy poco, o casi nada.
La vida tiene a veces estas cosas:
no sabes si es que el tiempo se detiene
o eres tú mismo
el que, sin previo aviso,
se ha dado finalmente
por vencido.

miércoles, 27 de agosto de 2008

La nueva librería Universitas


Hacía algunos meses que no iba por la Librería Universitas de Badajoz. Me dijeron que habían hecho una buena reforma. Esta mañana he estado allí y es verdad: desde hace tres meses la han convertido con mucho en la mejor librería en varios centenares de kilómetros a la redonda. Hay que ir a Salamanca, Madrid o Sevilla para encontrar, como aquí, un local de 800 metros cuadrados y miles de volúmenes en exposición. Estantes y más estantes llenos de libros clasificados por materias y el detalle bohemio de algunas mesas de mármol con sillas alrededor, dispuestas para la tertulia o la consulta de algún ejemplar, como si de un café se tratara.
La noticia es tan importante que me extraña no encontrar mención de ella en ninguno de los principales medios de comunicación extremeños. No se trata de publicitar la reforma de un negocio cualquiera. La reforma de la librería Universitas es una noticia cultural de primer orden. Porque es un equipamiento cultural más de Extremadura, como un auditorio o una sala de exposiciones. Universitas corrobora así una experiencia de más de treinta años en la edición y venta de libros, y en la promoción de la lectura. Enhorabuena a José María Casado y a su equipo.

sábado, 23 de agosto de 2008

Edipo Rey


Ayer asistí en Mérida, con Eva y unas amigas, a la representación de Edipo Rey. La versión que ofrecen Jorge Lavelli y José Ramón Fernández es magnífica. Teatro en estado puro, sin aditamentos escénicos. Luz, coros y movimientos de actores entre el público y por un escenario limpio. Apenas algún fragmento con música en plena tragedia. La propuesta formal es minimalista y destaca aún más porque está acompañada de una interpretación de actores parcialmente contraria: afectada, antinaturalista, casi histriónica en el Edipo de Ernesto Alterio.

Existe riesgo en esta fórmula, pero funciona. Aunque hay quien opina distinto —incluso en el grupo de amigos—, Alterio interpreta un papel soberbio. Sus movimientos extremados y su entonación con altibajos y gritos adquieren en el escenario del Teatro romano de Mérida un carácter clásico, antiguo, verosímil.

El recurso, también clásico, de los coros aporta un contrapunto esencial de los actores. Habla la conciencia o el pueblo, pero también son ellos parte del escenario, como figurantes junto a las columnas o haciendo de bambalinas, tras las que se oculta momentáneamente Edipo.

Además de un plus de complicidad del público extremeño, la presencia entre el elenco de Juan Luís Galiardo añade solvencia en su papel de Tiresias. Y una excepcional Carme Elías, que intrepreta a Yocasta, madre y esposa del joven Edipo, contestataria frente a la tradición del oráculo.

Me sorprende enterarme de que los actores llevaban micrófono. En todo momento creí que era la mítica acústica del Teatro de Mérida. Es lo único —quién sabe—que Sófocles hubiera impugnado.

sábado, 16 de agosto de 2008

Un libro de viajes decimonónico


Me dicen que Josep Fontana ha tenido mucho que ver en el rescate de este magnífico libro de viajes por la España de la primera guerra carlista. No me extraña, porque la labor del maestro Fontana y de Gonzalo Pontón en la edición de libros de historia de la editorial Crítica es soberbia y ha convertido la editorial catalana en el principal sello para quienes gustamos de este tipo de obras.


Una nueva colección, con el nombre de “El tiempo vivido” y primoroso diseño, se acaba de abrir con Dos años en España durante la guerra civil, 1838-1840 del barón Charles Dembowski. El autor, italiano de origen polaco y residencia en Francia, recorrió varias ciudades españolas durante los años finales de la década de los treinta del siglo XIX. A partir de las cartas que enviaba a varios amigos (Merimée y Stendhal, entre otros) compuso este libro, que publicó por primera vez en París en 1841. Sólo una edición, de 1931, existía hasta ahora en castellano. Lo que resulta incomprensible ante el interés de un libro que es un buen relato de la situación de España en plena guerra carlista, con detalles sabrosísimos de las costumbres populares y una especial atención a las coplas y canciones oídas por el viajero en su ruta. Deliciosa lectura.

París


Dicen que compite con Nueva York como capital cultural del mundo y que sólo Roma es digna de ella. Más allá del juego inane de las comparaciones, Paris me ha parecido una ciudad soberbia. Tiene uno la certeza de estar pisando el escenario de los principales acontecimientos de la historia contemporánea de Occidente (la Revolución Francesa, Napoleón, la Comuna, la ocupación nazi, mayo del 68…) y de los hechos y personajes culturales más relevantes (Voltaire, Baudelaire, el impresionismo, Wilde, Picasso, el existencialismo…).


Me ha interesado casi todo lo que he visto, salvo el horrendo Palais de Chaillot y el pastiche del Sacré-Coeur. La catedral de Notre Dame es magnífica. En Montmatre, alrededor de la place du Tertre, o en las colecciones del impresionante Museo d`Orsay, se aprecia la personalidad artística de la ciudad, como la literaria se mantiene viva en las calles del Quartier Latin. He disfrutado con el sosiego y la belleza del museo Rodin, con el cosmopolitismo de Le Marais y con el embrujo de ese monumento fúnebre a las celebridades parisinas que es el cementerio de Pere Lachaise. Además, la Tour Eiffel, el Louvre, la place des Vosgues o "La Dama y el Unicornio" del Cluny.


He hecho turismo de exteriores y de interiores, turismo de vistas y de detalle. Pero me vuelvo con la insatisfacción que uno tiene ante lo inabarcable. A pesar de las apariencias, Paris no es una ciudad turística, que pueda vivirse de paso. Es necesario comprar el pan diariamente durante varios meses para vivir esta ciudad. Por eso envidio a Eva, que hace años lo hizo, y a Juan, que en unos años lo hará.

Imagen del Museo D`Orsay

sábado, 2 de agosto de 2008

Egagrópila


Ayer, primer día de vacaciones. Y el ritual acostumbrado: por la mañana ordeno los papeles y libros apilados desde hace meses en el despacho, visito la tienda de curtidos de Cayetano Berciano en la calle Sevilla y como con Paco Espinosa en un restaurante de Zafra (este año tocaba Josefina). Así empiezo siempre el verano. Aunque esta vez no nos acompaña en la comida Jordi Pedrosa, que hasta mañana no bajará desde Bilbao.


Cayetano me regala una palabra: egagrópila. Bola de pelos, plumas y huesos regurgitadas por los buitres y otras aves. (Hace treinta años Rozas me obligó a quitar “regurgitar” de un poema). Y comentamos que no estaría mal titular así una entrada de blog sobre la estupidez del tal Lluis Suñé con lo de apadrinar niños extremeños. Pero no merece la pena. ¿Qué tiene eso del nacionalismo que hasta quienes se dicen de izquierdas acaban sustituyendo el sentimiento de clase por el de grupo?


En fin. La comida, bien. Mañana, París. A ver si así pasamos página de estos meses extraños.

domingo, 13 de julio de 2008

Carmina Unamuno y Luis Santos



¡Qué espanto! Estuvimos cenando con Carmina y Luis el viernes por la noche en la finca “Las Golondrinas” de Burguillos del Cerro (Badajoz). De allí salieron hoy por la mañana, y unas horas después nos hemos enfrentado a la noticia de su muerte en un accidente de tráfico. Somos sus amigos y amigas de Zafra. Con ellos hemos compartido amistad sobre todo por su hija Mercedes, y por su yerno Manolo Peláez, que murió tras una enfermedad —más lenta que este accidente pero igual de estúpida— hace 27 días.

Todo resulta demasiado sorprendente y cruel. Sobre todo para Mercedes, en medio de tanta muerte, pero también para el resto de los nueve hijos e hijas de Carmina y Luis, de sus nietos, de sus amigos. Sólo me gustaría que estas notas apresuradas trasladasen algo de nuestro sentimiento desde Zafra a estas dos personas insignes de Salamanca. A Carmina Unamuno, primogénita del primogénito del principal de la ciudad, y que supo convertir su vida en la historia propia de una señora culta, hermosa y entrañable para quienes fuimos sus amigos. Y al proteico Luis Santos, profesor de anatomía de la Universidad de Salamanca, escritor, creador de “bodrios”, de quien estimé por encima de todo su enorme capacidad para situarse frente a los convencionalismos, como demostró con sus artículos en El Adelanto.

Decía don Miguel que la vida es también la que dejamos en la memoria de aquellos que nos quisieron. Si es por eso, en nosotros la dejáis inagotable.


(Mañana saldrá este texto en El Adelanto de Salamanca. Lo publico en representación
-no otorgada, pero presentida- de todos las amigas y amigos de Zafra)

domingo, 29 de junio de 2008

El escritor como adorno


Ayer a las 10 de la noche, al regresar de Valencia del Ventoso, Eva y yo vimos una nube negruzca en el cielo del atardecer. Después, tras llegar a Zafra, confirmamos que era ─como suponíamos─ un incendio, pero no forestal sino de una fábrica de aceite en Jerez de los Caballeros.

Volvíamos de Valencia, donde leí el pregón del IX Día de la Comarca Zafra-Río Bodión. Ya suena a guasa. Otro pregón. Y van cinco, y los tres últimos en menos de un año. Los escritores adornamos mucho en estos actos. Más todavía si somos de confianza y no cobramos. Aunque yo siempre lo haga gustosamente. Y más en esta ocasión, porque me lo había pedido un buen hombre y buen amigo, Lorenzo Suárez, alcalde de Valencia del Ventoso, y los colegas del Centro de Desarrollo de mi comarca. De todas formas, me pierde mi incapacidad de decir “no”. A este paso voy a quedar para vestir santos literarios o, lo que es lo mismo, para escribir y decir sólo estas piecitas oratorias. Estará de dios.

Ahí va el arranque del texto de ayer:

Antiguamente, mientras más cerca estaban los pueblos menos se querían. Era un desafecto relacionado con la proximidad. La historia humana se asemeja a una inseguridad generada por la existencia ajena, y ese recelo natural ante los congéneres siempre ha hecho especialmente inquietantes a los más próximos. Los pueblos y las gentes no soportaban a los vecinos. Cada cual se guarecía tras sus tapias, y vigilaba la aparición de los brutos de la otra tribu, idénticos a nosotros mismos vistos por ellos. La disputa, según el año o el siglo, la provocaba una muchacha raptada, lindes mal definidas o el aprovechamiento de tierras comunales, y se mostraba con demasiada frecuencia en riñas verbeneras y algún pleito sonado. Los jóvenes sólo lograban el reconocimiento de su mayoría de edad si acreditaban haber apedreado al menos una vez a los del otro sitio. La enemistad entre vecinos llevaba a que fueran los del pueblo de al lado los más odiados y, a falta de un buen palo para molerles las costillas, las afrentas se ventilaban en motes, chistes y chanzas sobre ellos. Ese odio antropológico al más cercano ha sido el principal argumento de la historia de las naciones y, en el interior de ellas, ha servido también para escribir muchas crónicas regionales.

La historia de Extremadura nos ofrece numerosos ejemplos de la competencia insana entre ciudades y pueblos vecinos. El primordial es el de Cáceres y Badajoz (Extremadura dos), dualidad básica de la región que ha ocasionado buena parte de sus problemas. Pero además, y ya en nuestra provincia, los enfrentamientos de Badajoz y Mérida, las peleas entre Don Benito y Villanueva de la Serena, los celos de Almendralejo y Villafranca de los Barros, las broncas de Azuaga y Llerena, la ojeriza entre Jerez de los Caballeros y Fregenal de la Sierra, la aversión mutua de Monesterio y Fuente de Cantos, los piques entre Los Santos de Maimona y Zafra… Nos hemos pasado la historia peleándonos con el de al lado.

Hemos perdido el tiempo en peleas que no eran más que la evidencia de nuestra inmadurez, las carencias de una identidad localista que sólo se definía a partir del enfrentamiento con los cercanos. Es imposible valorar exactamente la rémora para el progreso que estas actitudes han provocado, pero es innegable que si en vez de mirar tanto al de al lado hubiéramos mirado un poco más allá nos hubiera ido mejor.

Pero de un tiempo a esta parte empieza a imponerse la cordura. Desde hace algunos lustros ─pocos─ hemos empezado a emplear el “nosotros” con más generosidad. Nosotros ya no sólo somos los de nuestra casa, los de nuestro pueblo. Aunque la situación dista de ser idílica, ya no es extraño hablar de nosotros para referirnos a todos los naturales y vecinos de Extremadura ni emplear el término para unir a los de una comarca o zona. El proceso de construcción regional ha ido acompañado, al menos desde principios de los años noventa del siglo XX, por la construcción de las comarcas. Y, además de otras consideraciones, las comarcas no son más que la superación de ese odio antiguo entre pueblos vecinos.

[…]

miércoles, 25 de junio de 2008

Hacerse el zueco




La expresión me sorprende en el quinto soneto que Unamuno escribió en De Fuerteventura a París. Dice el segundo cuarteto:

Triste y agazapado está en el foco
de la podre, prestando oído al eco,
que no sirve querer hacerse el zueco
por tontería o tal vez por descoco.

No me acordaba. Leí el libro en el 89. Me lo regalaron en junio de ese año en Puerto de Cabras, la capital de Fuerteventura, a los dos días de haber presentado allí mi libro de poemas Nido de antófora. Forma parte de mi pequeño lote de libros -todos de esos años majoreros- acerca del destierro de Unamuno y de su relación con las islas. Ayer me acordé de ellos zapineando y al dar en La 2 con un documental sobre mi ínsula barataria.

Hacerse el zueco, dice don Miguel. Indago y parece que tiene razón: zueco de soccum, tipo de zapato en el teatro griego y también “zoquete”, “torpe”, “tonto”… Nada de Suecia ni de suecos o suecas. Hacerse el zueco, hacerse el tonto. Curioso.



Una opinión distinta y bien documentada en el artículo

sábado, 21 de junio de 2008

La música de Juan

Mi hijo, Juan, cumple mañana 14 años, la misma edad que yo tenía cuando se murió Franco. Me ha enseñando mucho durante su aún corta vida, pero no es sitio este de hacer recuento de esas lecciones, pues ya está bien de emociones esta semana.

Ahora me gustaría hablar sólo de música, que es una de sus pasiones. Con siete años nos daba la murga con Ska-p, un grupo formado en Vallecas el mismo año que él nació. Su obsesión era tal que teníamos que pactar los CDs que escuchábamos en los viajes largos y su petición casi única era el grupito de marras. Canciones contra las corridas de toros, coplas antimilitaristas, antirracistas, críticas a la corrupción política, a la Iglesia, a los poderes… De entonces viene mi gusto por piezas como “Planeta Eskoria”, “A la mierda”, “Alí el magrebí”, “Intifada” y, sobre todo, “Lucrecia”… Con esas coplillas el niño se ha educado solo.

Ahora le ha dado por el rap. El fenómeno es curioso y a mí me parece que recupera las letras en un panorama musical lleno de sonoridades anglosajonas, que se cantan sin entenderlas. Pero, vamos, no tengo ni idea. Me limito a escucharle cuando me recita de corrillo las letras.

Coloco aquí dos de las piezas de rap que me ha mostrado en los últimos días. La primera es “políticamente correcta”, en comparación con los mensajes incendiarios de Ska-p. Se trata de “No hay prisa” de Dawizard, un sensatísimo mensaje que vale por una teoría completa de la educación. Y la segunda es “Efectos vocales” de Nach, un virtuosismo técnico que me ha hecho gracia.




miércoles, 18 de junio de 2008

Ceremonia de despedida de Manolo


[Texto básico leído ayer en el patio del Ayuntamiento de Zafra en el entierro civil de Manuel Peláez]


Estamos aquí para despedir a Manolo Peláez. Y lo vamos a hacer como él expresamente había pedido, con una ceremonia en el patio del Ayuntamiento de Zafra, acompañando todos ─amigos, amigas, compañeros y vecinos─ a Mercedes, a sus hijas, a sus hermanos, a su familia.


Este patio es hoy un reflejo de lo que fue la vida de Manolo, porque en la memoria de cada uno de nosotros guardamos un trozo de ese camino que él recorrió. Tenía amigos y amigas de toda condición, de toda ideología, de toda creencia. Era una de esas personas que conoce a todo el mundo y a quien todo el mundo conoce. Y esa riqueza de sus afectos era el fruto de la tolerancia. La tolerancia consiste en querer al otro porque es distinto a nosotros. Hacerlo igual a nosotros para quererlo no es más que una variante del egoísmo. Esa tolerancia y el profundo respeto que Manolo profesó hacia quienes no eran iguales a él quizás sea el rasgo más relevante de su carácter y la principal lección que nos ofrece hoy a todos.


La personalidad más pública de Manolo Peláez, y en la que más pudo ejercer esa tolerancia, fue la de concejal. Aunque la política siempre le interesó, y vivió con intensidad los últimos años del franquismo y la transición, sólo en los últimos lustros se presentó a elecciones locales y acabó asumiendo responsabilidades institucionales. Concejal del Ayuntamiento de Zafra desde 1997, fue candidato a la alcaldía en 1999 y cuando hubo de retirarse debido a su enfermedad ─en marzo de 2004─ era primer teniente de alcalde de la Corporación. La vocación política de Manolo era la lógica consecuencia de su generosidad. Parecía como si ésta no estuviera completamente satisfecha si se reducía al círculo de sus afines, de amigos y familiares. Necesitaba centenares, miles de personas, los vecinos de una ciudad entera, para estar cumplida. De eso puede dar fe uno de sus amigos de la política, Manuel García Pizarro, alcalde de Zafra.


Si la política fue una de sus vocaciones, su profesión fue la docencia y la historia. Y, en ambas, sobresalió otra de sus virtudes principales, la responsabilidad, el rigor, la madurez de quien sabe que en el oficio se labran los caracteres de cada uno. Fue historiador y disfrutó investigando, siempre alrededor de la historia de Zafra y casi siempre a partir de las fuentes del Archivo Histórico Municipal. También se implicó en el fomento de la cultura de Zafra, como hizo desde la Asociación de Amigos del Museo y del Patrimonio, que presidió hasta ayer. Y sobre todo fue profesor. Ejerció la enseñanza desde el año 1978 y en los institutos de Azuaga, Barcarrota, Villafranca de los Barros, el “Zurbarán” de Badajoz, Fregenal de la Sierra y Zafra. El “Suárez de Figueroa” ─el mismo donde había estudiado─ fue su centro de trabajo durante más de veinte años. Allí le conocieron centenares de alumnos y profesores, que supieron -como Toni Amaya- de su buen hacer.


La tolerancia, la responsabilidad y la alegría. Porque Manolo era todo lo contrario a un cenizo, te alegraba la vida con sus bromas, vestido de otro en Carnavales –su disfraz de señorona era memorable– o llamándote por teléfono y pegándotela diciendo que era no sé quién. Estoy convencido que él quiere que le recordemos así, haciendo bromas y charlando, como charló con Reme durante las mañanas de los últimos años, o con Carmen Álvarez o con Luciano Feria. Un buen tipo que nos hizo a todos sus amigos y amigas ser un poco mejores por haberlo conocido.



Además hablaron Manuel García Pizarro, Toni Amaya,
Luciano Feria, Carmen Santos y Lupe García, pero aún no tengo sus textos completos.

Y Diana Vara tocó el violín.

Otros blogs con comentarios sobre la muerte de Manolo:
Pura tura y El Coro de los grillos.