jueves, 29 de diciembre de 2005

¿Comunista o falangista?


La periodista madrileña afincada en Sevilla Mercedes de Pablos presentó el 14 de diciembre La hoz y las flechas. Un comunista en Falange (Oberón): la historia de Juan Gila Boza, un comunista (por cierto, de Llerena) infiltrado en la Falange sevillana desde 1933 a 1948, que mantuvo durante años esa “doble militancia” y a quien parece que salvó de la pena de muerte el mismísimo Sancho Dávila.

Hasta ahí la historia tiene ya ingredientes sobrados para resultar interesante. Pero, por si fuera poco, los historiadores José María García Márquez y Francisco Espinosa le han dado un vuelco sorprendente al encontrar el sumario del juicio de Gil Boza (que se creía desaparecido) y hallar en él datos para proponer que, en vez de un comunista infiltrado en Falange, Gila Boza quizá sea un falangista infiltrado en el PCE. El 19 de diciembre enviaron una carta a la edición andaluza de El País comentando el asunto. Mientras la publican (y por si acaso) Paco me manda el texto de la misiva.

Si se confirma la hipótesis de los historiadores, Juan Gila, que tiene 91 años, sería un artista de la simulación que habría dejado para el final su obra maestra.

Sobre La hoz y las flechas
Hace sólo unos días se comentaba en este periódico la publicación de La hoz y las flechas, un libro de Mercedes de Pablos basado en el testimonio de Juan Gila Boza. La autora parte de una base errónea: la desaparición de la causa judicial de Gila Boza. La causa existe. La razón primordial de esta carta es la calumniosa acusación de que Antonio Martínez Borrego fue el delator que en 1948 llevó a docenas de personas a la cárcel. Es falso. Gila Boza ha olvidado que él declaró antes que Martínez Borrego y que habló bastante más. También ha olvidado que nadie pidió para él pena de muerte. Por otra parte, según sus propias palabras y su expediente, Gila Boza, que dice ser falangista desde 1934, ingresó en el PCE en 1935 por orden de Falange. Creemos que la existencia de la causa invalida el testimonio y aconseja una revisión en profundidad del libro. Es posible que más que ante un “topo comunista” infiltrado en Falange nos encontremos ante un “medalla de la Vieja Guardia” de Falange infiltrado en el PCE desde 1935 y que realiza tareas de espionaje durante la guerra. Este giro haría bastante más comprensible la extraña peripecia vital de Juan Gila Boza.

José María García Márquez y Francisco Espinosa Maestre (Sevilla)

miércoles, 28 de diciembre de 2005

Memoria de la melancolía



Yo siento que me hice del roce de tanta gente: de la monjita, de la amiga de buen gusto, del tío abuelo casi emparedado, del chico de los pájaros, del beso, de la caricia, del insulto, del amigo que nos advirtió, del que callado apretó los dientes y sentimos la mordedura... Todos, todos. Somos lo que nos han hecho, lentamente, al correr tantos años. Cuando estamos definitivamente seguros de ser nosotros, nos morimos.

María Teresa León

martes, 27 de diciembre de 2005

Carrillo y "La batalla de Madrid"


Leo La batalla de Madrid (2004), de la magnífica colección "Contrastes" de la editorial Crítica. El autor, Jorge M. Reverte, es periodista y ha escrito varias novelas negras alrededor del reportero y detective Gálvez. En 2001 editó junto a su hermano, también escritor, Javier Reverte, las memorias bélicas de su padre, Jesús Martínez Tessier. Con La batalla de Madrid continúa una serie que inició La batalla del Ebro, en 2003, y que al parecer acabará en trilogía sobre los principales acontecimientos bélicos de la guerra civil (¿La batalla de Badajoz?, quizá no: muchos muertos pero poca batalla).

El libro tiene estructura de diario y aborda los sucesos de los primeros cuatro meses de acoso franquista a Madrid, del 27 de septiembre de 1936 al 22 de enero de 1937. Está bien escrito y tiene ritmo literario. El autor se adscribe a esa loable tendencia de historiar sin renunciar a narrar, y convierte incluso a algunos de los protagonistas reales de la trama en hilos conductores del relato. Uno de los máximos ejemplos de esa manera de escribir la guerra es
Luis Romero, y La batalla de Madrid recuerda a algunos de los pasajes de su Tres días de julio. Por eso extraña no encontrar su nombre entre la amplia bibliografía consultada por Reverte.

Pero lo más relevante de este libro está en el "Apéndice", donde se reproduce un documento inédito que esclarece uno de los sucesos más dramáticos de la guerra y el más funesto para la causa de la República: el asesinato de centenares de presos derechistas en Paracuellos del Jarama cuando, supuestamente, eran trasladados hacia Valencia para evitar que fueran liberados por los militares que atacaban la capital. Reverte ha encontrado en el Archivo de la CNT un acta de la reunión convocada por el Comité Nacional de la CNT en Madrid a las 10.30 horas del 8 de noviembre de 1936. En ella se mencionan los acuerdos alcanzados el día anterior con los socialistas que tienen la Consejería de Orden Público (esto es, Santiago Carrillo y José Cazorla, miembros de Juventudes Socialistas) sobre lo que debe hacerse con los presos:
Primer grupo. Fascistas y elementos peligrosos. Ejecución inmediata, cubriendo la responsabilidad.
Segundo grupo. Detenidos sin peligrosisdad, su evacuación inmediata al penal de Chinchilla. Con todas las seguridades.
Tercer grupo. Detenidos sin responsabilidad, su libertad inmediata con toda clase de garantías sirviéndonos de ello como instrumento para demostrar a las embajadas nuestro humanitarismo.

El texto es lacónico pero ejerce de discurso de varios folios contra Santiago Carrillo. Aunque no se dice quiénes participaron en la reunión entre CNT y JJSS, sus responsables entonces eran Amor Nuño y Santiago Carrillo, jóvenes ambos de 20 años. El dirigente comunista —y muchos con él— siempre ha atribuido a la extrema derecha las acusaciones que lo vinculaban a las sacas de noviembre y diciembre de 1936. Y siempre las ha negado. A finales de los años 70 del siglo pasado, en uno de sus textos de defensa más tempranos, decía:

...tomé la decisión de trasladar a Valencia a esos detenidos. En el camino hacia Valencia, fuerzas que en ese momento no pudimos concretar quienes eran se apoderan del convoy y ejecutan a los presos fuera ya del terreno de mi jurisdicción. ¿Cuál es mi responsabilidad? Mi responsabilidad es no haber sacado una brigada al frente para proteger hasta Valencia a esos prisioneros. Pero en ese momento en el frente de Madrid no se podía sacar no ya una brigada, sino ni un soldado... Era una cuestión militar. Yo no he intervenido personalmente. Ni me considero responsable en nada de la desaparición de esos hombres.
El acta rescatada por Reverte introduce en el asunto un giro importante y coloca a Carrillo en muy mala posición. Es sintomático que ni siquiera aludiera a este documento al
responder al artículo que Patxo Unzueta le dedicaba hace unos meses en El País, “El honor de Carrillo” , a pesar de que el periodista vasco se basaba precisamente en el texto de Jorge M. Reverte para solicitar del viejo político un reconocimiento público de su responsabilidad.

P.S.: En estos casos la principal diferencia entre un historiador y un revisionista de extrema derecha es que el historiador —cuyo desvelo esencial debe ser siempre por las víctimas— da fe de los hechos sin condicionarle la ideología de quienes los protagonizan.

jueves, 22 de diciembre de 2005

Cita

De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación.

La cita es protocibernética y eso disculpa la no alusión, aunque estremece pensar que a Borges se le escapara o, al menos, no lo barruntara. El asunto es: ¿qué es entonces el ordenador o la internet?

martes, 20 de diciembre de 2005

Jesús Tiscar, XXV "Felipe Trigo"


No desvelo ningún secreto del jurado si digo que la concesión del premio de novela "Felipe Trigo" resultó polémica. Lo confesó la presidenta, Rosa Regás, al dirigirse al público que atestaba el salón de Villanueva de la Serena donde el pasado viernes se falló el certamen. En el jurado estábamos, además de la directora de la Biblioteca Nacional y de quien escribe, los escritores extremeños Julián Rodríguez, Inma Chacón, Isacc Rosa y José Joaquín Rodríguez Lara, la profesora de la Universidad de Extremadura, Isabel Román, los ganadores de la edición del año pasado, José Miguel Martín de la Vega y Mario Quirós, y las representantes de la Comisión Lectora, Emilia Lozano y Consuelo Pineda.

No soy un buen lector de novela. Se me nota la patita de poeta. Me suele interesar más cómo están escritas que lo que cuentan. Y así —dicen— no se deben leer. Mis elecciones previas no coincidían con las que han resultado ganadoras en las dos modalidades del premio (novela y narración corta). La decisión más problemática fue la de la mejor novela, que alineó en dos bloques casi iguales en número a los partidarios y detractores de La poetisa, el texto que ganó esta XXV edición. Aunque en ambos bandos los había moderadamente a favor y moderadamente en contra (yo entre ellos y de estos últimos), la discusión fue dura por la rotunda y distante postura de algunos miembros del jurado que desde el principio manifestaron que La poetisa era la mejor novela de las presentadas o, por el contrario, la peor de todas ellas. Y el meollo del asunto —aunque no el único— parecía estar en el notable contenido erótico del original. La discrepancia no pasó a mayores, se resolvió del lado de los partidarios y la convivencia entre el jurado no se resintió; siempre fue agradabilísima.

Al abrir el secretario la plica del ganador todos mostramos curiosidad por saber quién era: Jesús Tíscar, un escritor jaenés, colaborador habitual de Diario de Jaén y con otras incursiones en la literatura erótica, como un relato con el título de Las pajas y la dirección de la revista 70 veces puta.

A mayor gloria de Felipe Trigo.

domingo, 18 de diciembre de 2005

Amiguitos


Mis amigos comienzan a reaccionar a esto de la bitácora. Y no me refiero a los amigos escritores sino a aquellos con los que salgo de cañas o con quienes, aunque estén lejos y escriban, me unen afectos más allá de los literarios. He escuchado ya de todo: que si “vaya aburrimiento”, que si “¿no puedes escribir de cosas más alegres?”, que si “vaya pedantería”, que si "¿no eres ya un poco mayorcito para escribir diarios?", que “lo que te faltaba para no despegarte del ordenador”... Los quiero: son lenguaraces, irreverentes y, como se ríen continuamente de mis monsergas, me ayudan a relativizarlo todo.
El otro día uno de ellos me escribió un correo electrónico resumiéndome sus dudas sobre el asunto de la bitácora. Como no tiene desperdicio, ahí va:


Yo, por ejemplo, quiero insultarte. Entro en el Boogui-boogui y solamente puedes tú leer el insulto, ¿no?. Yo quiero discutir con el ticher (?) Lama su visión de la peli que comenta del americano en Londres y solamente puedo hacerlo personalmente, ¿no?. Quiero que todo el mundo se entere de la exposición que hay en La Pedrera sobre Gil de Biedma, y no solamente D. Casado, o contar que su despacho en Tabacos de Filipinas, de Barcelona, y dentro del hotel de lujo en que han convertido el edificio de las Ramblas, es objeto de culto morboso y pérfido, entre suites con "sábanas de Holanda y colchones de marfil", y lo mismo: solamente se entera tu bitácora. ¡Pues qué negocio! ¿Para qué te voy a contar la importancia de los canelones Rossini en la ópera "Semiramides" —sin acento— y de la transformación de la voz de Juan Diego Florez —el tenor peruano que adoramos todas las señoras de la nueva burguesía catalana— gracias a la ingestión de la maravillosa pasta rellena de butifarras, trufas de Teruel, gotas de ratafía de Sitges y mucho amor, a ti, que engulles verduras profilácticas para evacuar la mala leche de los proyectos eco-culturales, y sin tiempo para adorar, primero, y degustar, después, unos pies de cerdo adobados con trufa y salsa de nabos dulces de Vilassar de Dalt?
Si es así, la bitácora es un acto narcisista que viene a sustituir el gimnasio o "los tiempos de tenis" de las década anteriores, para ejecutivos, gente de la intelectualidad gobernante y funcionarios con pretensiones junteras
Por último ¿se puede ver porno, se puede defender a la COPE, aparece el parte médico de Ibarra, puedo mandar mis versos, hay colecciones de fotografías de los autores en pelotas para "adobar" los poemas, la cultureta y otras maravillas creativas?
Dímelo, porque si no es así, seguiré viendo a mis OSOS AMOROSOS, PTporno.com; y yendo a la ópera a aburrirme —o no— con cultura de "peso".
Por último, el otro día, iba a mi casa en taxi y la radio escupía sevillanas (qué raro, no hablaba ningún tertuliano sobre el ESTATUT —la octava plaga de Egipto—) y los Del Río cantaban:

Que no te quiero,
Que no te quiero,
¿A que me voy con mi madre
que encima tiene puchero?

y me pareció que la sevillana traducía mi estado de ánimo respecto a Rossini, la bitácora y la madre que me parió. Y cambié de rumbo y me fui a comer puchero brasileño en la sauna. A follar.

Habrá que estar atento para no dar mucho que hablar, porque con estos mirando cualquiera sabe...

sábado, 17 de diciembre de 2005

La puñetera memoria


No pudo hablar. Hace unos días que se enteró de la noticia y desde entonces ha repetido que si le hubiera tocado el gordo de Navidad no habría sentido tanta alegría. Pero hoy no ha podido hablar. Rafael Caraballo Cumplido, 86 años, ha recibido en Zafra y de manos de Libertad González el galardón “José González Barrero”, por simbolizar la lucha y los sufrimientos a los que se vieron abocados millares de españoles encarcelados durante la guerra civil y el franquismo. Y ni siquiera ha podido agradecerlo en público. El recuerdo de los sufrimientos pasados le ha atorado la garganta.

Nació en Peñarroya (Córdoba), aunque desde pequeño ha estado vinculado a Jerez de los Caballeros y Oliva de la Frontera. Tras el golpe de Estado de 1936 su familia se trasladó a Portugal, donde estuvo refugiada en campos de concentración y otras dependencias en Barrancos, Évora y Lisboa. El 10 de octubre de 1936 Rafael embarcó con sus familiares en el barco Nyassa y emprendió viaje junto a muchos otros españoles hacia Tarragona. A los 16 años se incorporó al frente de Aragón y meses después, encuadrado en el Ejército Popular de la República, estuvo en el Frente de Extremadura. Cerca de Puerto Peña, en la última zona extremeña republicana, le cogió el final de la guerra. Detenido en Siruela, fue encerrado en el famoso campo de concentración de Castuera durante un año. Y después siguió preso en Almendralejo, en Madrid, en Algeciras y en Conil de la Frontera, donde integró uno de los batallones de trabajadores (ver Espacios, lugares y personas de la Guerra Civil en la provincia de Badajoz, de Ángel Olmedo y Joxe Izquierdo, Diputación de Badajoz, 2005).

Rafael reúne en su vida muchas vidas; su experiencia resume los avatares de muchos republicanos extremeños durante la guerra y la posguerra. Tuvo el triste privilegio de embarcarse en el Nyassa junto a Puigdengolas, jefe militar republicano de Badajoz, y al gobernador civil, Granados; resistió en la Bolsa de la Serena hasta el final; sufrió el campo de concentración de Castuera al mando del cruel Navarrete y fue explotado en los batallones de trabajadores de la posguerra.

Es la primera vez en la vida que se le reconoce el sufrimiento. Todas sus hijas, todos sus nietos, todos sus bisnietos estaban delante. Y amigos, conocidos... Recordando juntos, recuperando algo que a nosotros se nos había hurtado y a él no se le había permitido esclarecer en público: la memoria, la puñetera memoria. Esa que a otros les pone de los nervios.

domingo, 11 de diciembre de 2005

Escusado


Lírica de retrete es el nombre que en 1975 tres cachondos —Agustín Delgado, Luis Mateo Díez y José María Merino, por entonces los dos primeros en el grupo leonés de poesía “Claraboya”— dieron a los versos que encuentra uno escritos en las puertas de los servicios públicos: El tono filosofal, el consejo o el canto meramente indecoroso, con acompañamiento de grafismos fálicos, y la publicidad clínica para alivio de purgaciones, blenorragias, sífilis u operaciones de fimosis, suelen formar en tales paredes un corpus poco edificante, de gracia venérea (Parnasillo Provincial de Poetas Apócrifos, Papalaguinda poética, Madrid).
El comentario lo hacían para presentar una de las coplillas de ese género, seleccionada bajo la inusual autoría de “Bar Astorga. W.C. Caballeros”, y que simulaban haber hallado en un antro maragato. Hay una posibilidad entre tres (Agustín, Luis y José María) de que sean parte de la escasa obra poética publicada por el novelista y académico Mateo Díez.

Como esto de la bitácora está cogiendo un tonillo demasiado serio valgan estos versos de retrete para aliviar su carácter, empezar con buen pie la semana y aguantar las próximas ruedas de prensa de Acebes.

Detente hermano y medita
mientras apuntas con tino
y abres con afán la espita
que libera el intestino.

Medita digo y repara
cómo en tan libre ajetreo
y en tan precaria ocasión
esa libertad tan cara
que nos niegan sin razón
tiene aquí su jubileo.

Libertad, fisiología,
alivio del vientre urgido
que no tiene ley escrita,
que sólo es dura y porfía
en su ventura exquisita
si te encuentras estreñido.

Hermano ten complacencia
en tan fugaz dilación,
medita en esta función,
toma ejemplo de esta ciencia.

Que otro gallo nos cantara
con su alegre sonsonete
si en la vida nos guiara
la libertad del retrete.

jueves, 8 de diciembre de 2005

Cuelgamuros


La desmemoria se filtra por las rendijas y pringa a cualquiera. El pasado 20 de noviembre, y entre los artículos que recordaban la efeméride, El País publicaba uno titulado "El libro de los muertos de la guerra civil", donde su cándido autor escribía —refiriéndose a los republicanos sepultados en el Valle de los Caídos— que aún hoy se desconoce cómo se sortearon los obstáculos impuestos por algunos medios al enterramiento en tierra sagrada de personas no cristianas.

La explicación es fácil: no se sorteó ningún obstáculo, porque allí no se enterró a nadie que no fuera cristiano o, mejor dicho, católico. Una cosa es que se enterraran republicanos y otra que los sepultados fueran ateos, agnósticos, protestantes o no católicos.

La condición para enterrar a los del bando de los derrotados era que fueran del mismo credo —si no político, sí religioso— del bando de los vencedores. El propio Franco lo comentó a su primo y ayudante Francisco Franco Salgado-Araujo, a quien habló del Valle de los Caídos y de su deseo de que se pueda enterrar a los caídos católicos de los dos bandos [Mis conversaciones privadas con Franco, 1976, p. 239].

Algunos publicistas de ultraderecha están intentando que el Valle aparezca ante la opinión pública como un lugar de reconciliación, pero la reconciliación no se ejerce con los iguales sino con los disímiles, con los distintos, con los que están frente a uno. Y ese tipo de reconciliación nunca se ha dado en el Valle de los Caídos. Para enterrarlos allí buscaron, entre los enemigos, a los iguales, aunque fueran republicanos. Sólo católicos, fue la norma de ese cementerio, y los que lucharon enfrente, en su mayoría, no lo eran. No otorguemos al franquismo un ánimo de reconciliación con el enemigo del que careció durante toda su existencia. Y leamos a Daniel Sueiro (La verdadera historia del Valle de los Caidos, Sedmay ediciones, Madrid, 1976).

martes, 6 de diciembre de 2005

Aníbal Núñez


Uno tiene fijaciones antiguas. Y en la poesía quizá la más persistente sea la de Aníbal. Cuando releo sus poemas tengo la sensación de entrar en una casa que nunca he visitado y en la que siempre me espera cualquier sorpresa agazapada: la novedad de la literatura auténtica, que jamás se pierde, frente al sabor añejo de la impostura, por muy reciente que sea. Me acuerdo de Aníbal Núñez porque mañana hace catorce años que me casé con Eva. Y en las tarjetas de invitación a la boda (Plaza Chica, 13.30) colocamos uno de sus poemas que, en ese contexto, era un guiño cómplice de novios —y nos ha traído suerte:


HIMNO DEL DESOLADO

Llegados a este punto hemos tomado
—se suman otras voces—
la decisión de naufragar.
(Cuarzo, 1988)

Como sólo situamos al final del poema las iniciales del poeta (A.N.) y pueden confundirse, manuscritas y según qué caligrafía, con A.V., Álvaro—despistado sobre el origen de los versos— estuvo perplejo desde que recibió la tarjeta. No sabía si la confusión era nuestra (por haberle atribuido un poema ajeno) o suya (por haber escrito algo que no recordaba). Quizás no hubo tal confusión, o sí, y nuestro ánimo fue —algo de eso aún hay— sobrevivir en Álvaro la voz y la palabra de Aníbal Núñez (1945-1987).

domingo, 4 de diciembre de 2005

Dos años

Luis Pastor estaba en Zafra por otras razones, pero cuando le dijimos que el día siguiente se entregaba el "II Premio Dulce Chacón de Narrativa Española" se ofreció a cantar la canción que le dedicó a Dulce (Pásalo, 2004).
La interpretación fue emocionante. En la mesa, presidiendo el acto, Manuel García Pizarro (alcalde de Zafra), Luis Sáez (en representación de la Junta de Extremadura), Rosa Regás (presidenta del jurado), Fernando Marías (ganador del premio), Adolfo García Ortega (ganador de la edición anterior), Isabel María Pérez (miembro del Jurado en representación de la Asociación de Escritores Extremeños) y Luciano Feria (secretario). En primera fila Ida, Antonio e Inmaculada Chacón, hermanos de Dulce.
Antes de cantar, Luis habló de Dulce y de la reconciliación a la que nos congrega su memoria. Dijo que ella se comprometió con causas extrañas a su ascendencia de hija de político franquista (Antonio Chacón, procurador en Cortes y alcalde de Zafra desde 1960 a 1965) y de familia de derechas de toda la vida. Dijo que ella misma fue un ejemplo de reconciliación.

Eso fue hace unos días, el 25 de noviembre . Hoy, 4 de diciembre, hace dos años exactos que murió, y me acuerdo de Dulce Chacón, luchadora de la palabra y la memoria; me acuerdo de Dulce Nombre Chacón Gutiérrez de la Barreda, nieta del conde de Osilo.

sábado, 3 de diciembre de 2005

El cabreo de los Unamuno


Y con razón. La campaña del grupo popular del Ayuntamiento de Salamanca resistiéndose a la devolución de los documentos del Archivo de la Guerra Civil incautados a Cataluña ha desatado las iras de la familia de don Miguel. El presidente del consistorio salmantino y su partido han tenido la desvergüenza de reproducir el grito unamuniano frente a Millán Astray, Venceréis pero no convenceréis, como lema de unos folletos y pancartas distribuidos por toda la ciudad para protestar por la devolución y criticar a quienes consideran responsables: Rodríguez Zapatero, Carod Rovira, Carmen Calvo y Jesús Caldera. La primera en responder fue la bisnieta del filósofo, mi amiga Mercedes Santos Unamuno, profesora de Historia del Instituto de Zafra, en El País del 16 de noviembre pasado. Le siguió el día 22 y en el mismo periódico su hermano Enrique, profesor de la Universidad de Extremadura, y finalmente ha saltado también un tercer hermano, Luismi, psicopedagogo en Fuentesaúco, entrevistado ayer por los periodistas de los informativos de Quatro. Como resumen de los argumentos de la familia y de lo que muchos otros pensamos del asunto ahí va un fragmento del artículo de Enrique:
Salvadas las indiscutibles ambigüedades de las posiciones unamunianas en los revueltos inicios de la Guerra Civil, está fuera de duda que la frase en cuestión no se dirigía a los hunos (por usar el despectivo lenguaje del propio rector), hoy desaparecidos en el espectro político español (gracias, entre otras cosas, a la represión franquista), sino a los hotros, bien presentes aun hoy en la vida pública. De ahí la ilegitimidad moral de su uso por parte de la derecha. Sólo que Unamuno vende, como bien sabe el Ayuntamiento charro, identificado con la labor de convertir al escritor vasco en parte importante del capital simbólico de la ciudad, casi un logotipo de la misma. Es sabido que las tradiciones se inventan y se manipulan; pero cuando se va más allá de lo turístico, cuando se entra en el terreno de la propaganda, rentabilizando políticamente los símbolos de los vencidos, la ironía deja su lugar a la befa.
Si de citas unamunianas se trata, me gustaría concluir entresacando unas palabras del discurso que el pensador vascopronunció en 1931 con motivo de un homenaje de los estudiantes madrileños y a propósito de política y de partidos: 'Lo que distingue a los hombres no es el programa, sino el método'. Y los métodos de los herederos del franquismo (dejemos de lado sus programas), en estos tiempos revueltos de guerras culturales, saben inconfundiblemente a añejos e inveterados vicios.

viernes, 2 de diciembre de 2005

Estopa, Platón y Cuerda


Me ha hecho gracia. En el último video clip de Estopa ellos nacen de la tierra. Parece que el asunto está justificado por el horrísono título: Voces de ultrarumba, dicen y escriben. Lo moderno repite esquema antiguos, que a pesar de lo moderno perviven. La semejanza con los "autóctonos" de Platón en El Político es inevitable. También los "hijos de la tierra" platónicos nacían como repollos, pero creo que al revés: crecían aniñando. Lo mejor de todo es que el círculo estaba cerrado desde 1988 gracias a José Luis Cuerda, que ya había introducido en su genial y disparatada película Amanece que no es poco (qué placer volver a verla) un sol que nacía al revés y personajes que envejecían en medio de un huerto y sin poder arrancarse el "rizoma". Ojalá la cultura sólo fuera recordar.

jueves, 1 de diciembre de 2005

Dos libros recibidos



Los dos son libros de historia. Uno de un extremeño trasterrado, Francisco Espinosa, y otro de un trasterrado en Extremadura, Enrique Moradiellos. Paco me dio el suyo en mano hace unos días. La justicia de Queipo es la reedición, aumentada, de una obra del año 2000 cuya publicación sufragó entonces el propio autor. La mejora es evidente -pues ahora cuenta además con el respaldo de Crítica y con un prólogo de Paul Preston- y acorde al papel que Espinosa ha logrado alcanzar en estos cinco años en la historiografía contemporánea española, gracias sobre todo a una obra capital: La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz (Crítica, 2003). El otro libro recibido es Franco frente a Churchill, que me envía la editorial Península por indicaciones del autor. Moradiellos es también un soberbio historiador especializado en la historia "exterior" de la guerra civil y la actitud de las potencias europeas frente al conflicto. Moradiellos y Espinosa tienen perfiles historiográficos distintos: uno trabaja desde la Universidad de Extremadura y otro va "por libre" y ha criticado duramente la labor de algunos investigadores de ésta; uno es escéptico sobre el concepto "memoria histórica" y otro colabora con asociaciones implicadas en su recuperación; uno ha estudiado la guerra centrándose en los aspectos diplomáticos y otro en los represivos. Pero, más allá de estas diferencias, los dos son quizás los mejores exponentes de la pujanza historiográfica de Extremadura en este ámbito. Y un último rasgo los une: los libros inmediatamente anteriores de ambos se han considerado las dos principales respuestas al publicista Pío Moa: 1936. Los mitos de la guerra civil (Península, 2005) y El fenómeno revisionista o los fantasmas de la derecha española (Del Oeste ediciones, 2005).